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El Ejecutivo local recurra a vigilantes de seguridad para patrullar los puntos más concurridos, como el entorno del puerto

El Ejecutivo local recurra a vigilantes de seguridad para patrullar los puntos más concurridos, como el entorno del puerto

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El sol en Benzú ya está alto y el barrio apenas se mueve. Suhair, marroquí de 40 años, se despereza asomando por las telas que recubren una chabola montada en lo alto de un risco con vistas al mar. El día anterior estuvo trabajando hasta tarde en un cumpleaños y se le ha quedado la voz ronca de soplar el mizmar, una especie de flauta árabe. Este músico tenía en Tetuán un grupo con el que actuaba en todo tipo de eventos. Ahora duerme en la calle en Ceuta, desde que cruzara a nado por la frontera el pasado 17 de mayo, durante la crisis fronteriza en la que accedieron a la ciudad entre más de 9.000 personas.

“Echo de menos a mi grupo, a mi familia…”, reconoce Suhair, “son 40 años viviendo allí”. Comparte cobijo a merced del viento con Mohamed, de 28 años y vecino, como él, de Martil. Mohamed entró en la ciudad autónoma unas tres semanas antes, el 26 de abril, en el primer pulso que Marruecos echó a España a cuenta del contencioso saharaui. Más de 135 personas lograron sortear la frontera ante la impasibilidad de las autoridades marroquíes en un solo día. En esa ocasión, la negociación entre ambos lados del perímetro surtió efecto de manera casi inmediata: la misma noche, Marruecos accedió a que se efectuasen las devoluciones de todas las personas que lograron ser identificadas y retenidas en territorio español a través de una frontera que lleva formalmente cerrada más de un año debido a la pandemia.

about:blank La situación ha cambiado ahora y Marruecos ha endurecido su postura. A mediados de mayo, y tras la visita a Ceuta del presidente Pedro Sánchez en compañía del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ambos gobiernos llegaron a un acuerdo para escalar las devoluciones en las primeras semanas. En total, unas 7.500 personas regresaron voluntariamente o fueron devueltas, entre ellos niños y niñas, algo que la legislación española prohíbe y que está siendo investigado por el fiscal de Menores de Ceuta. Más de un mes después, las expulsiones se han detenido o se producen con cuentagotas y Ceuta afronta el reto de acoger a unos 2.000 adultos y más de 800 menores atendidos por la ciudad cuyos padres no quieren que regresen.

Unas mil personas que cruzaron la frontera el pasado mes de mayo recogen una bolsa de comida que les da diariamente la ONG Luna Blanca en la mezquita Sidi Embarek de Ceuta.MARCOS MORENO

La ciudad ha habilitado una nave en el polígono del Tarajal, cercano a la frontera, en la que han encontrado refugio hasta 250 adultos y familias con menores a cargo. También la Secretaría de Estado para las Migraciones ha accedido a dejar entrar en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) a personas con perfil vulnerable y solicitantes de asilo, pese a las restricciones impuestas por el protocolo anticovid. La ciudad está gestionando la habilitación de al menos seis recintos más en el polígono del Tarajal para acoger a migrantes adultos mientras hace hueco en las instalaciones temporales de Piniers, donde ya hay unos 200 niños y niñas, para los menores acogidos en el Tarajal y en un polideportivo.

Búsqueda de trabajo

Mientras, tanto Suhair como Mohamed, quien hace alguna chapuza como encofrador, intentan encontrar algo de trabajo. También Younes, de 21 años, a quien un conocido deja dormir en un chiringuito cerrado a pie de playa. Antes, estuvo durmiendo en un coche abandonado que encontró en mitad de la calle. “Me pagan unos 20 euros al día por hacer trabajos de electricidad”, cuenta, “no puedo pedir más porque no tengo papeles y estoy aquí ilegalmente”. Miente a su madre diciendo que está en casa de un amigo y su tía, que vive en Bélgica, le manda dinero de vez en cuando, mientras averigua cómo salir de la ciudad.El joven se niega a recurrir al dispositivo gestionado por las autoridades españolas. Teme que lo devuelvan a Marruecos, como le ocurrió a su hermano Wael, de 16 años, a quien colaron ilegalmente por la frontera un día después de haber entrado en Ceuta. “He escuchado que a la gente que va a las naves la mandan a Marruecos”, replica. El rumor inspira los temores entre quienes pululan por la ciudad durmiendo en cualquier parte.

“Si intentan devolverme, soy capaz de hacer cualquier cosa”, amenaza Mohamed, de 30 años y de Tetuán. Él sí duerme en el Tarajal, en el recinto que gestiona el Gobierno local. “Yo no tengo nada en Marruecos, mi padre murió hace unos meses, no tengo trabajo”, esgrime, “a veces he dormido en la calle (en Marruecos), pero si te ve la policía, te pegan”. Su plan no era entrar en Ceuta en mayo, sino cruzar en una lancha a la Península a principios de este año. Consiguió ahorrar 1.200 euros que se fueron en la medicación contra el cáncer al que no sobrevivió su padre, así que se quedó sin viaje.

El intento de Hamed, de 21 años, fue más dramático, él llegó a reunir, a través de familiares y amigos, unos 2.000 euros para embarcar en una zódiac rumbo a la Península, pero el motor explotó y varias personas resultaron heridas. Su madre, que está trabajando en Almería como temporera, solo sabe que está en Ceuta, pero no que duerme bajo un bloque de piedra en equilibrio precario al final de una escollera cercana al puerto. A él y a Said, que le dobla la edad, les han atracado demasiadas veces. Según Mohamed, un vecino del espigón, son grupos organizados que actúan enmascarados y con nocturnidad. A él le endiñaron una descarga con un taser eléctrico. “Dormimos más de día que de noche, porque hay más gente y hay policía vigilando”, dice para evitar los asaltos, “cualquier ruido nos da miedo, no podemos dormir”.

La presencia de personas en las calles ha hecho que el Ejecutivo local recurra a vigilantes de seguridad para patrullar los puntos más concurridos, como el entorno del puerto. Allí, se producen casi cada día intentos de abordar en precarias condiciones los barcos que parten rumbo a la Península. Los jóvenes, algunos menores, se esconden en ejes de tráileres o en los techos. No es un fenómeno nuevo, pero tras los meses de confinamiento y cierre fronterizo desde marzo, han vuelto a saltar las alarmas por incursiones en la zona de seguridad del recinto.

“Están por todas partes”, protesta un trabajador de guardia de la empresa Ecoceuta, encargada de la gestión de residuos y situada cerca del muelle oriental Alfau, “intentan meterse en los camiones cuando vienen aquí a descargar de madrugada”. A primera hora de la tarde apenas se ve un alma que no esté en la playa. Entre las rocas, en la espaldera, aparece Issa, de 21 años. Duerme con vistas al peñón de Gibraltar, hacia donde señala: “Allí es donde quiero ir”.

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Herido grave un joven de 18 años apuñalado en el metro de Usera

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Un joven de 18 años ha resultado herido grave este domingo tras una agresión con arma blanca en el Metro de Usera, según han informado a Europa Press fuentes de Emergencias Madrid.

El suceso ha ocurrido sobre las 7.00 horas, cuando los equipos de emergencia han recibido un aviso de un varón de 18 años con una herida de arma blanca en el hombro izquierdo.

Al lugar se ha trasladado un equipo de Samur-PC, que ha estabilizado al joven, cuya herida podía afectar también a la región torácica.

Posteriormente, el herido ha sido trasladado en estado grave al Hospital 12 de Octubre, mientras Policía Nacional investiga los hechos.

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Detenido por atrincherarse un hospital de Mallorca y amenazar con quemarse ante su mujer y su hija recién nacida

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Un hombre, de origen marroquí y unos 40 años de edad, fue detenido este viernes tras atrincherarse en el área de Maternidad del Hospital Son Llàtzer de Palma de Mallorca y amenazar con quemarse a lo bonzo ante su mujer y su hija recién nacida.
Los hechos ocurrieron en torno a las 13:20 horas de este viernes, en Son Llàtzer, cuando un hombre, de origen marroquí y unos 40 años, se atrincheró en el área de Maternidad y amenazó con quemarse a lo bonzo ante su mujer y su hija recién nacida, según ha adelantado el diario ‘Última Hora’ y han confirmado a Europa Press fuentes próximas al caso. 45 minutos atrincherado
Al parecer, el hombre se atrincheró durante en torno a unos 45 minutos, amenazando con quemarse a él y a toda el área de Maternidad de Son Llàtzer, tras ser informado de que iba a perder la custodia de su hija recién nacida .
Hasta el lugar se desplazaron patrullas de Seguridad Ciudadana de la Policía Nacional que intentaron calmar al varón y que abandonara la habitación.
El hombre se resistió, desobedeciendo a los agentes. Por tales motivos, los policías detuvieron al hombre como presunto autor de los delitos de amenazas y de desobediencia y resistencia a la autoridad .
El varón pasó este sábado a disposición judicial. El Juzgado decretó para el mismo una orden de alejamiento del Hospital y de su hija recién nacida.

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Barcelona denuncia como delito de odio el bulo de un piso con 1.600 magrebíes empadronados

Barcelona denuncia como delito de odio el bulo de un piso con 1.600 magrebíes empadronados

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El Ayuntamiento de Barcelona ha denunciado ante Fiscalía por presunto delito de odio a los autores de un mensaje «viral» en redes sociales según el cual se detectaron 1.600 empadronamientos fraudulentos en una vivienda (realmente vivían 5 personas) que pretendían cobrar ayudas sociales y votar en las elecciones municipales , informa el Ayuntamiento.
El mensaje decía: «Nuevo escándalo de la alcaldesa de Barcelona y su equipo de gobierno. Hace pocos días la Guardia Civil entró en un piso de la zona de Horta-Guinardó porque en ese piso figuraban 1.600 empadronados de origen magrebí, 1.600 empadronados en un solo piso!!!«.
En declaraciones a los periodistas, el concejal de Derechos de Ciudadanía, Marc Serra, ha dicho que se ha contrastado esta información con la Guardia Civil y otros cuerpos policiales y con el Padrón municipal y se ha determinado que esta detección «no se produjo nunca» ni hay ningún domicilio con 1.600 personas empadronadas en Barcelona.

«No se trata de una mentira inocente, no se trata de un hecho aislado, sino que se trata de una operación organizada para sembrar una imagen de duda ante las próximas elecciones municipales y atacar al propio colectivo de las personas magrebíes«, ha añadido.

Para él, este tipo de mensajes buscan «poner la llama en la mecha del racismo y, a través de este sentimiento de odio , conseguir una viralidad«, y ha dicho que al Ayuntamiento de Barcelona le preocupa cómo esto puede afectar a la población migrada de la ciudad.

El escrito presentado a Fiscalía a través de la Oficina para la No Discriminación de Barcelona y consultado por Ep, constata que el consistorio ha podido comprobar que el mensaje ha sido ampliamente difundido en las redes sociales por Whatsapp, Twitter y otros, «obteniendo decenas de miles de visualizaciones y tantas otras comparticiones».

Además, denuncian que, «aparte del indudable contenido calumnioso hacia la alcaldesa de Barcelona» – atribuía el fraude a Ada Colau y a su equipo de gobierno-, el mensaje representa una incitación al odio, el rencor y la animadversión hacia la comunidad magrebí, según el texto.

El Ayuntamiento también alega que los autores, entre los cuales dicen que hay juristas y psicólogos, «eran conocedores de la absoluta falsedad del mensaje por su total inverosimilitud «. »Si Ada Colau gana las elecciones, ya puedes pensar de dónde han salido los votos«, se añadía en el mensaje, otra falsedad en cuanto los ciudadanos marroquíes no pueden votar en las elecciones municipales ya que no hay convenio de reciprocidad con este país.

También identifica cuatro cuentas de Twitter que han reproducido el texto, detrás de los cuales hay presuntamente un guardia civil y un inspector de policía, y concluye que «estos hechos no pueden estar amparados en el derecho a la libertad de expresión».

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