Moreno es, de lejos, el mejor personaje creado por José Luis. Con su estudiada sonrisa pérfida y su calculada mirada inquisitorial, José Luis Moreno analizaba a su interlocutor y, una vez hallado el punto débil, atacaba con un despliegue de encantos salpicado de promesas imposibles de rechazar. Era un seductor nato. O, mejor dicho, un embaucador. Su estrategia de productor de la vieja escuela pasaba por mandar bombones y flores a las secretarias de los ejecutivos de las televisiones para que sus llamadas fueran atendidas. Los regalos también llegaban a los despachos, como una consola de videojuegos de alta gama para el hijo de un directivo: lo importante era quedar tener contentos ‘a los de arriba’. Mientras, ‘los de abajo’ esperaban a que se les pagara. Una vez, para premia a sus sobrinos por el éxito de ‘Aquí no hay quien viva’, se fueron en jet privado a Maldivas para escribir un guion. Como era más caro devolver el avión a España para volver a recogerlos, pagó por la estancia de la tripulación en un ‘resort’ de cincos estrellas. Mientras, en casa, los equipos esperaban su cheque. Los creadores de una gala de TVE recuerdan cómo recibieron un cheque sin fondos y, tras quejarse, recibieron los billetes en una bolsa de ‘El Corte Inglés.’ No era nada nuevo. En los albores de Tele 5, durante un ‘VIP Noche’, los invitados se rebelaron por la tardanza de la grabación y pidieron cobrar por anticipado: José Luis fue a su camerino para regresar con un maletín lleno de dinero con el que pagó el caché de los invitados, retomándose así el programa.
Jossé Luis MorenoEn Mediaset no olvidan las intensas grabaciones de sus galas, en las que sembraba el terror desde el pinganillo, y cuya ansiedad calmaba zampándose bandejas de palmeras de chocolate y bollería de la marca Martínez. Su sobrina Natalia era quien ejercía de directora, mientras él se dedicaba a pedir aplausos y a pedir, de malos modos, rapidez a un equipo que no había cobrado y no sabía si llegaría a hacerlo. Su leyenda era tal, que en la fiesta de disfraces de la Asociación de la Prensa en Cádiz, el ex director general de Canal Sur, Joaquín Durán, que lo había tratado durante años, se presentó con un batín, un cuervo disecado y maquillaje de moratones en la cara diciendo a todos los periodistas que iba de José Luis Moreno apaleado.
Para convertirse en una estrella de la televisión, José Luis construyó primero una biografía apasionante: neurocirujano (nada saben de ello en la clínica La Milagrosa o en el Colegio de Médicos); tenor precoz (debutó a los 17 años con ‘Rigoletto’ en el Covent Garden, en Londres frente a la Reina Isabel II (no constan registros), políglota (11 idiomas, con nivel para ejercer como traductor simultáneo en la ONU)… De su vida privada también supo crear una leyenda. A Bertín Osborne le confesó que tiene tres hijos de tres ex esposas: una griega, una italiana y una alemana. Pero como en cualquier buena teoría de la conspiración, todo está por demostrar, todo está por desmentir. Lo cierto es que José Luis tiene tres criaturas: Monchito, Macario y, su favorito, Rockefeller, el único al que ha dejado meterle caña al grito de ‘¡Toma, Moreno!’, mientras el muñeco le decía todo lo que sus colaboradores no se atrevían a pronunciar. A su lado, durante años y siempre presente como actor y presentador, Martin Mester, antigua estrella checa del porno gay, que se portaba y actuaba como su verdadera pareja, siempre pendiente de José Luis. Fue precisamente este pasado como actor de cine X lo que le costó su trabajo como animador en ‘Noches sensacionales’ en 13 TV, puesto que el productor sacrificó sin dudarlo para mantener el programa en antena. José Luis, amante de la belleza, siempre ha mostrado cierta debilidad por los por modelos y actores de físico imponente. En ocasiones, el ‘casting’ consistía en una visita a su mansión en Boadilla del Monte: quienes han pasado la prueba reconocen que había un protocolo de seguridad ‘sotto voce’ para los candidatos: si el productor hacía aparición estelar por escaleras y en batín, alerta roja; si estaba sentado en el sofá vestido con su chándal, luz verde. Y cuando alguien le caía en gracia, todo eran atenciones: desde mayor presencia en pantalla a ‘detalles’ que mostraban su agradecimiento. Fue el caso del actor Rubén Sanz, el atlético protagonista de ‘Escenas de matrimonio’, con fue captado por unos ‘paparazzi’ de viaje en un yate de lujo durante unas vacaciones íntimas. Aquellas fotos acabaron con la participación del actor en la serie y, después, con su carrera en España, emprendiendo una nueva vida en Miami gracias a las telenovelas de Univisión y Telemundo.