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El ‘violador del fin de semana’ vuelve a casa: «Miedo no tengo. Precaución, sí. Y si no estuviera aquí, mejor»
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«Es un pueblo tranquilo y ¡tener que salir por esto!» en los medios e ir de boca en boca no gusta entre sus habitantes, reconocen sin tapujos y con resignación, conscientes de que «es lo que toca», pues tras más de treinta años en la trena y prácticamente toda su edad laboral consumida en un penal, no tiene otro sitio al que ir que la casa hasta hace unos días vacía de sus padres, parte de la herencia que comparte con los hermanos que todavía viven y que aún no se ha repartido por su negativa a firmar. «Sé que no se va a ir. Es la casa de sus padres. Es lo que tiene. Lleva toda la vida en la cárcel… Es lo que nos toca y pienso que no va a pasar nada, porque si no, no vives», apunta resignada una vecina de la misma calle. «Ando tranquila, dentro de que si no estuviese, mucho mejor».
Desde 1987, la última vez que fue detenido –porque antes hubo otras y de hecho, estaba en libertad provisional cuando fue arrestado–, Mario no había vuelto a Garcillán, salvo para dar sepultura a sus padres. Ahora, con su domicilio legal aquí, ha regresado con 62 años a la vivienda de la que se despidió con 27. Persianas bajadas, puerta cerrada y una cortina de tiras que se mueve al son del viento guardan desde el pasado 20 de abril en su interior al vecino más conocido de este pueblo y a la vez más desconocido para la mayoría. De los algo más de 500 habitantes, 400 no saben ni quién es, señala el alcalde, Javier Gómez, quien ni siquiera había nacido cuando el bautizado como ‘el violador del fin de semana’ fue arrestado en noviembre de 1987 después de que una de las víctimas a las que abordó y violó unos meses antes en Madrid –el lugar en el que perpetró todas las agresiones– lo reconociera.
En la casa familiar
Ha transcurrido algo más de una semana desde que el regidor recibió la llamada de aviso de que este delincuente sexual iba a volver al pueblo hasta que lo puso cara cuando coincidió con él comprando el pan, una de las tareas en las que se deja ver de vez en cuando, así como dando un paseo e incluso en el bar, la primera parada que hizo en su regreso a Garcillán, para recoger las llaves de la casa –adecentada en los últimos tiempos tras años sin uso– que un familiar le había dejado allí. No tiene trato con ellos, dicen en el pueblo, sobre una familia extensa, «unas maravillosas personas que han sufrido muchísimo con este tema», describen.
El rostro ajeno para la mayoría ha incrementado el temor e incluso la «psicosis» inicial que llevó a aumentar la presencia y vigilancia por parte de la Guardia Civil. Ahora, una calma tensa reina en las calles de Garcillán, donde algunos prefieren no hablar, hay quien reconoce que desde el regreso de Mario hay menos gente paseando, padres que no han dejado salir a sus hijos al caer la noche, muchos trayectos en coche y miradas clavadas en cualquier forastero que recorra sus calles un caluroso domingo como el de ayer, donde abundaban quienes optaban por la bici para pasar la mañana.
«No me da miedo, pero desde que está, yo que sacaba a los perros de noche, ya cuando anochece no salgo», reconoce también desde el anonimato otra vecina que no conoció de joven a Mario Ayuso y ahora le ha puesto cara («parece más mayor de lo que es», opina) al coincidir también con él en uno de los recados del día a día: «Pidió su pan y se fue».
«Yo que sacaba a los perros de noche, cuando anochece ya no salgo», dice una de las vecinas que confiesa mantener la precaución ante el nuevo vecino
El paso del tiempo, un tema tabú del que apenas se hablaba y el incremento del censo al calor del ‘boom’ inmobiliario había logrado hasta ahora tener apartado en algún rincón de la memoria un asunto del que apenas se hablaba hasta que hace algo más de un año se elevó el runrún de que la posible vuelta de Mario Ayuso al pueblo estaba próxima. Y ha llegado el día de su vuelta a la libertad tras algo más de 32 años continuados de vida carcelaria –el tope legal– de los 181 años de cárcel a los que fue condenado por la Audiencia Provincial de Madrid en julio de 1989 por cuatro delitos consumados de robo con violación, uno de violación, siete de robo con violación en grado de tentativa, tres más de violación en grado de tentativa y uno de abusos deshonesto que marcaron la vida a 17 mujeres víctimas de sus abusos sexuales.
«Cuando estoy con una mujer siento un algo que me da y no puedo resistirme a cometer este tipo de actos», reconoció en el juicio Ayuso, acusado de 21 delitos de violación y para quien la Fiscalía llegó a pedir 282 años de pena. Pero el historial de quien entonces era un joven «delgaducho, enclenque», venía de lejos. Ya en 1980, mientras estaba haciendo el servicio militar en Segovia y donde él alegó en el juicio que comenzaron sus problemas sexuales, fue detenido por otro delito sexual, también cometido en la Comunidad de Madrid.
Detenido ya en la mili
Era domingo, empezaron a llegar muchos mandos militares, un coche de la Policía, llamaron a formación y sonó el nombre de Mario Ayuso Gómez, ese chico «raro de Garcillán, poca cosa», recuerda alguien que estaba haciendo también entonces la mili y no volvió a coincidir ya con él. Pero cuando unos años después fue arrestado y posteriormente condenado como el ‘violador del fin de semana’, quienes compartieron tiempo del servicio militar, con sólo oír su nombre pusieron rostro y recuerdos a ese «jijas» (califican), ahora más gordo, que se valía de una navaja o un destornillador para amenazar y someter a sus víctimas, a las que aguardaba en un portal, donde les robaba y las agredía sexualmente.
Ahora, al ver una fotografía algo borrosa del ya no tan joven, este vecino lo reconoce sin problemas y con la incredulidad, como la de la mayoría, de que ya pueda estar en libertad quien en el penal de Segovia, desde el que ha dejado atrás la vida de recluso, no guardan precisamente buen recuerdo. «Ha cumplido la pena», se asume con más pesar que convencimiento.
El sambenito del ‘violador del fin de semana’ pesará siempre sobre el entonces veinteañero más de una vez visto magullado por palizas tras ser sorprendido masturbándose en la calle, que durante la semana era un chico que ayudaba a su padre en la huerta y trabajaba en un taller, pero había fines de semana –la mayoría de las veces haciendo autostop– en que se desplazaba a Madrid en busca de sus víctimas, armado con una navaja, un destornillador y unas cuerdas con nudos corredizos. Al resguardo de un portal, las abordaba, les robaba el dinero, obligaba a desnudarse y abusaba de ellas, a veces también les ataba las manos a la espalda.
Mario Ayuso está ya en la calle, con él también ha salido el miedo en Garcillán a que «vuelva a las andadas» y el tema del que durante años apenas se hablaba, más en silencio que en alto, se cuela en las conversaciones.
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Un marroquí acuchilla a un hombre en un bar de Barbastro tras exigirle que pagara una cuenta de 28 euros
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Este pasado fin de semana, se ha producido un acuchillamiento en Barbastro. Una reyerta entre un colaborador de un bar de un pueblo de Huesca y un cliente ha desembocado en tragedia, tras intentar previamente que el agresor abonara su cuenta de unos 28 euros antes de abandonar el establecimiento.
El autor del acuchillamiento, un varón de origen extranjero, no ha sido localizado todavía y se encuentra en paradero desconocido, aunque todo indica que reside en Barbastro. Por otro lado, según ha podido conocer OKDIARIO, la víctima es española de una población cercana del municipio, pero muy querido y conocido en Barbastro, de unos cincuenta años de edad.
Acuchillamiento en Barbastro
Los hechos sucedieron el pasado sábado por la noche, cuando un cliente de origen marroquí tras haber pedido varias consumiciones se negó a abonar su cuenta. Una de las camareras del bar insistió en que el cliente se iba sin pagar, y al no lograr que esta persona abonase la cuenta, pidió ayuda a un colaborador habitual del pub, quien se dirigió al marroquí para exigirle que pagara las consumiciones antes de macharse.
Sin embargo, el presunto agresor se negó, marchándose del local sin abonar la cuenta. Al poco tiempo, según hemos podido conocer, esta misma persona regresó al establecimiento de Barbastro con un arma blanca, posiblemente un cuchillo, y fue directamente a herir al hombre que le había amonestado, quien acabó gravemente herido al sufrir un acuchillamiento.
Por suerte, la víctima al ver que su agresor se acercaba armado con un arma blanca pudo proteger su vientre, recibiendo varios cortes de gravedad en el brazo. Según explica una vecina del pueblo, el agresor regresó con una ropa diferente a como había estado en el establecimiento: «Se cambió de ropa y luego volvió al bar».
Al lugar de los hechos acudió un dispositivo de la Policía Local, que se hizo cargo de la situación hasta que vino la unidad de emergencia, que trasladó a la víctima que sangraba abundantemente tras los cortes recibidos al hospital de Barbastro. Si bien, el herido fue más tarde dirigido a uno de los hospitales de Zaragoza, donde afortunadamente ya se encuentra estable.
Según ha podido saber OKDIARIO, este martes la Guardia Civil de Huesca ha abierto diligencias a fin de esclarecer lo sucedido tras recibir una denuncia.
En el pueblo, la agresión ha causado gran impacto, «puesto que no se había vivido un suceso similar». Según explican los vecinos de Barbastro, el establecimiento donde se produjo el acuchillamiento «es un bar tranquilo frecuentado por personas de mediana edad», en plena avenida del Ejército Español. En cuanto al personal del establecimiento está totalmente consternado por el trágico desenlace que se ocasionó.
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