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A Jorge D., un conocido empresario del sector hostelero y encargado de varios restaurantes de moda en Madrid, la fiesta se le fue de madre, perdió la noción del tiempo.
Se ausentó varios días de su puesto de trabajo y cuando reapareció le dijo a su jefe y sus compañeros que había sido víctima de un secuestro.
Por 500 euros y diez gramos de cocaína, habría conseguido que dos policías dieran cobertura a su coartada.
Se trata de un agente de la comisaría del barrio madrileño de Tetuán, J. S., y un escolta encargado de la protección y seguridad del presidente del Tribunal Constitucional (TC), S.E. , que a bordo de uno de los coches oficiales asignados a la presidencia de este órgano, placa en mano y con el arma reglamentaria a la vista, se habrían presentado en el local que regentaba Jorge D., ubicado en el paseo de la Castellana, para asegurar ante el resto de empleados que el rapto existió, que los autores eran miembros de una organización extranjera dedicada a la estafa de criptomonedas y que ellos estaban al frente de la investigación, cuando la realidad es que nada de eso jamás ocurrió.
Los dos policías, a los que se atribuyen delitos de cohecho (cuando un funcionario público recibe o solicita, por sí o por una tercera persona, dádivas, retribución de cualquier clase o promesa de realizar algo a cambio), han sido detenidos y fuentes presenciales aseguran a este diario que la Policía llegó a registrar la taquilla del escolta en el TC.
A los dos agentes les han retirado la placa y la pistola y se encuentran suspendidos de empleo y sueldo de manera cautelar, según las mismas fuentes.
Tráfico de drogas Por su parte, al supuesto secuestrado, Jorge. D., se le imputa también un posible delito de tráfico de drogas, porque además de 500 euros habría pagado el favor de los policías con cocaína .
Él fue detenido el pasado 29 de mayo en Ibiza, a donde se había mudado recientemente para asumir nuevos proyectos profesionales.
La investigación, llevada a cabo por la Unidad de Asuntos Internos de la Policía Nacional, revela que el «teatro» fue algo meditado. El policía J. S., (el de la comisaría de Tetuán) estaba siendo investigado en el marco de una causa distinta por presunto tráfico de drogas y tenía intervenido el teléfono.
De esta manera, fue él, a través de su móvil, como anticipó a los investigadores los detalles de sus planes, cómo y cuándo llevarían a cabo el montaje, de acuerdo a las fuentes jurídicas consultadas. Una buena coartada Los hechos ocurrieron en abril de 2022.
Cuando el hostelero llamó a su amigo, J. S. -funcionario de Policía encargado de gestiones burocráticas y destinado en la comisaría de Tetuán-, tenía la intención de presentar una denuncia falsa con la que poder justificar su desaparición en el trabajo.
Entonces explicó lo ocurrido. Que había estado ilocalizable durante días, que la juerga en aquella ocasión se le había ido de las manos y que no podía presentarse en el trabajo sin una buena coartada.
Así que, cuando reapareció y fue al restaurante con un moratón en el ojo y un corte en el abdomen -según los testigos-, dio esta versión: había quedado en visitar a un amigo y, una vez en su casa, unos delincuentes relacionados con la estafa y las criptomonedas les golpearon y retuvieron durante dos días. El resto del tiempo -se excusó- había estado escondido, muerto de miedo.
Por miedo, además, ni él ni su amigo habían denunciado. El policía de Tetuán llamó entonces a otro amigo del Cuerpo, el escolta del Tribunal Constitucional, y entre ambos habrían recomendado al supuesto secuestrado, en lugar de denunciar, hacer un «paripé» .
Lo planearon durante días: cogerían el coche oficial del TC con la sirena encima y se vestirían bien. De traje. Para que se les viera poco el rostro, llevarían puesta una mascarilla anticovid y, una vez allí, delante del jefe de Jorge. D., enseñarían la placa y la pistola y le harían entrega a su presunto cómplice de una bolsa con las pertenencias supuestamente robadas y recuperadas por los agentes tras el secuestro. Los hechos Investigados : El Juzgado de Instrucción número 32 de Madrid, al frente de las pesquisas de Asuntos Internos, investiga a dos policías y un conocido empresario de la hostelería por delitos de cohecho.
Al último también se le atribuye un presunto delito de tráfico de drogas porque, además de 500 euros, habría regalado diez gramos de cocaína a los dos funcionarios para que se presentaran en su trabajo y ofrecieran una coartada creíble ante su jefe tras varios días desaparecido por decisión propia.
Abril de 2022 : Los hechos ocurrieron en abril de 2022. A bordo del coche oficial asignado a la seguridad de la presidencia del Tribunal Constitucional, entonces ocupada por Pedro González-Trevijano, dos policías se presentaron en un restaurante para dar cobertura al secuestro simulado de un empleado tras varios días de fiesta.
Según las fuentes consultadas, el escolta del TC implicado en los hechos habría sido detenido ya con Cándido Conde-Pumpido ocupando la presidencia del Tribunal de Garantías.
Después explicarían, para no tener que dar muchos detalles delante del resto de empleados, que ellos estaban al frente de la investigación, que habían decidido actuar de oficio y que la causa se encontraba « bajo secreto de sumario ».
Y así lo hicieron, de acuerdo a los trabajadores del restaurante que esa tarde estaban en turno y presenciaron la escena. Al establecimiento llegaron los dos agentes vestidos de paisano, elegantes.
Entregaron en mano el DNI a Jorge D., así como una mochila que estaba atada con un precinto policial en el que se podía leer «no pasar».
De acuerdo a las pesquisas, a cambio el hostelero había prometido invitarles a una cena con servicios de prostitución incluidos.
Los movimientos bancarios, no obstante, revelan que al final fue más allá. Hubo dinero. Y, según los investigadores, también cocaína.