El padre de Uruj y Anisa, las hermanas de 21 y 24 años asesinadas en Pakistán, se desvincula del viaje al país asiático, donde las asesinaron, tras tenderles «una trampa», según las autoridades locales. Así lo asegura Ulfat Raja, responsable del colmado donde trabaja el progenitor. Eso sí, Raja señala a uno de los hermanos, que es uno de los seis detenidos por los crímenes, y que también trabajó en su tienda, del que dice, era «tímido».
Según su relato, el control que éste ejerció sobre las chicas era tal que hace unos años, atacó con un arma blanca a uno de los novios de sus hermanas porque ella tenía marido en Pakistán y no aceptaba la relación.
Raja sostiene que las jóvenes se fueron de casa de sus padres hace un año, y que desde entonces éstas no tenían relación con el progenitor, al que defiende: «Le dije que si sabía algo y mentía, le iban a pillar, pero él asegura que no ha tenido nada que ver. No creo que tenga ninguna responsabilidad. Confío en su palabra».
Extranjeras entre los suyos
Rehana llegó a Tarrasa (Barcelona), en 2008, desde su Sialkot (Punyab, Pakistán) natal. El martes fue la única compatriota que se sumó al minuto de silencio, convocado ante el Ayuntamiento del municipio, tras el asesinato de las hermanas. El acto de duelo se celebró mientras el padre de ambas, Ghulam Abbas, prestaba declaración en la comisaría de los Mossos d’Esquadra, que investigan si familiares radicados en España participaron en el engaño para que éstas viajasen al país asiático, siendo conscientes de que allí acabarían con su vida, para evitar así que se divorciasen de sendos primos; lo que se conoce como un ‘crimen de honor’.
«Los matrimonios concertados son habituales en mi país, pero los forzosos no, y mucho menos que ocurra algo así», apunta la mujer, casada con uno de sus primos, también en una unión pactada, lo mismo que sus hijos. «No fue a la fuerza», matiza la progenitora, «antes les preguntamos, y les dijimos que si no querían no tenían que hacerlo». Por eso no asimila el asesinato de las hermanas.
Rehana no las conocía, comenta extrañada, ya que forma parte del grupo de mujeres pakistaníes del municipio, donde están censados 618 residentes de este origen –y suponen el 0,28 por ciento de la población total–. Tampoco Sanna, responsable de este colectivo que se reúne en la mezquita Badr, de la calle Pearson. «Hemos preguntado y nadie sabe nada sobre las jóvenes o su familia», asegura.
En el barrio de Sant Pere Nord, donde se ubica el piso de la familia Abbas, a pocos metros del supermercado donde trabaja el progenitor, pocos recuerdan haber visto a Uruj y Anisa, que habían abandonado hacía ya tiempo dicho domicilio, según corrobora Ismael, vecino de la misma planta. «Vivían a nuestro lado, en el 3º 2ª. Primero se mudó el padre, y un año después llegó la madre. A ellas hacía muchísimo que nos las veía, y a sus hermanos, desde enero o febrero», explica el chico, que se enteró de los crímenes cuando hace unos días se topó con varias cámaras en el portal. «Me enseñaron una foto y no me lo podía creer…eran mis vecinas».
Fueron sus vecinas hasta que, hastiadas del control familiar, abandonaron el domicilio.
Dos de sus hermanos, ahora detenidos en Pakistán por su implicación en los asesinatos, trabajaban en una tienda de alimentación, también cercana al inmueble, aunque allí dejaron de verlos, aproximadamente, hace un mes. En el piso solo quedaba el padre.
Originarias de la aldea de Nathia, próxima a la ciudad de Gujrat, en la provincia de Punjab, las jóvenes habían sido forzadas a casarse hace más de un año con sus primos, pero querían formalizar la separación, tras conocer a sendos jóvenes en Barcelona.
No contactaron con la asociación de mujeres pakistaníes, ni consta que pidiesen ayuda. Sobre la falta de relación con sus compatriotas, Huma Jamshed, activista y figura clave en la lucha contra los matrimonios forzosos en Cataluña, apunta al control que ejercían los hombres de su familia sobre ellas.
Atestado y autopsia
Después de que la Fiscalía incoase diligencias este martes y ordenase a los Mossos investigar si se había cometido algún delito en relación al crimen en territorio español, la Policía catalana llamó a declarar a los familiares de las víctimas que residen en el municipio.
Tras Ghulam Abbas, acudieron a dependencias policiales uno de los hermanos de las jóvenes y un tío, mientras que ayer fue el turno de Ulfad Raja, responsable del colmado de la Rambla Francesc Macià de Tarrasa, donde trabaja el padre de las víctimas.
Los Mossos tratan ahora de determinar si alguno de los parientes actuó como cooperador necesario de sendos asesinatos al persuadir o engañar a las hermanas para viajar a Pakistán, sabiendo cuál sería su final.
Éste sería el único delito perseguible en España, ya que los crímenes se perpetraron en el país asiático, donde las autoridades locales detuvieron a seis sospechosos, entre los que se encuentran dos hermanos de Uruj y Anisa, que las habrían convencido para viajar hasta allí tras urdir un plan: retener a su madre para transmitir a las jóvenes que ésta se encontraba en su lecho de muerte y quería verlas una vez más. Algo que no era cierto.
Ahora, el principal escollo para que el Cuerpo catalán pueda determinar si alguno de los parientes radicados en España participó en dicho ardid es la falta de agilidad en los la coordinación con la Policía de Punjab, a cargo del caso, y es que los Mossos todavía no han recibido ni el atestado de los asesinatos ni el informe de las autopsias. «Los trámites no están siendo ágiles», indican fuentes de la Policía catalana.
Tener acceso a los detalles de la investigación resulta clave para el avance de las pesquisas en España, ya que tanto el tío materno de las víctimas como su hermano mayor, Shehryar, confesaron, tras ser detenidos en territorio asiático, haber tendido una «trampa» a las jóvenes. El único motivo que ambos alegaron para matarlas fue que éstas querían casarse con otras personas en España.